EL DERECHO A LA INTIMIDAD DE LOS HIJOS
Nuestros hijos, tengan la edad que tengan, tienen derecho a su intimidad. Es decir, tienen derecho a que los padres respetemos su intimidad.
Con la palabra intimidad pretendo referirme a todo aquello que concierne a su privacidad. A veces, los padres o los abuelos, consideran que las cosas de los niños se pueden contar abiertamente a todo el mundo. Por ejemplo, si un niño tiene algún miedo, o padece episodios en los que se hace pipí en la cama, no es extraño que alguna mamá lo cuente a otras madres del entorno del niño. Esto no debe hacerse, y nunca jamás, evidentemente, delante del niño. Lo avergüenza.
Tampoco hemos de contar algún secreto que el niño nos haya contado en confianza. Es normal que en la preadolescencia viva sus primeros enamoramientos, que el niño o la niña nos puede contar inocentemente. Si se cuentan esos secretillos, porque nos hace gracia y el niño se entera, perderá rapidamente la confianza en los adultos. Dejarán de ser fiables para él.
Los padres no deben comentar con cualquiera los defectos de sus propios hijos, esa será la imagen que los demás van a tener de ellos…»hasta su madre dice que…», y si la madre lo cuenta, los demás ya se sienten en pleno derecho a hacerlo también.
Por pequeño que sea el niño, merece un respeto. No olvidemos que están literalmente en nuestras manos, y eso merece una delicadeza extrema a la hora de tratar todo lo que les atañe, bien sea su cuerpo o su psicología.
Cuando los hijos van creciendo hay que respetar sus espacios, conversaciones, etc. Evidentemente, no me estoy refiriendo a cuando se observan actitudes que supongan un riesgo para su salud o su integridad. Hablo de condiciones normales, se sobreentiende.
Ciertamente los padres podemos pasar por momentos de preocupación o inquietud ante determinadas situaciones de nuestros hijos, y podemos necesitar un consejo. Hay que pedirlo, pero a aquellas personas que merezcan esa confianza y lo puedan dar sin que aquello que comentamos trascienda a otros extraños.
Hemos de respetar las decisiones de nuestros hijos a la hora de compartir sus cosas. Si el niño o la niña nos dice «esto no lo digas», no hay que hacerlo, así de sencillo.
Originally posted 2011-11-05 09:00:34.